Hace poco leí un tweet que me hizo replantear ciertas bases de mi opinión educativa. No recuerdo las palabras exactas (el tweet avanzaba una idea que se concretaba en un artículo) pero básicamente lo que se decía era que los profesores deberían dejar de evaluar a sus alumnos y dejar esa tarea a los propios chicos y chicas. En definitiva, desestructuraba el sistema de evaluación de nuestro sistema educativo de forma coherente, ya veréis.
Menudo meneo a las bases de nuestro sistema educativo, no?
Después del primer vistazo y mazazo a mis cimientos educativos me dirigí a la primera terraza que se puso por delante. Me senté y pedí un café para poder procesar, de forma serena, todo lo que ese tweet desmontaba y levantaba de nuevo bajo otra perspectiva.
En primer lugar busqué información sobre la persona que había expuesto esa idea. Se trataba de Neus Sanmartí, pedagoga en activo y que ha centrado sus esfuerzos en estudiar y replantear las evaluaciones en nuestro sistema educativo (vídeo en el que explica parte de sus ideas sobre la evaluación de los alumnos. El vídeo está en catalán pero creo que es suficientemente ilustrativo e importante como para linkarlo). Un montón de ideas se desprenden de sus artículos que realizan una crítica constructiva a nuestro sistema educativo. Sobre todo centra su atención en cómo evaluar a nuestros alumnos (os recomendamos su libro “Evaluar para aprender“).
Vayamos por partes
¿Nuestro sistema de evaluación es válido?¿Se puede mejorar?¿Está obsoleto?¿El cambio , si se debe realizar, hacia dónde debe enfocarse?
El sistema de evaluación actual se lleva a cabo mediante unas pruebas a final de curso que dan lugar a una nota numérica. Si lo pensamos con detenimiento no es un sistema muy justo ya que el proceso de aprendizaje no aparece en ninguna parte. Todo el trabajo que debe realizar el alumno para llegar a adquirir las competencias mínimas no se ve reflejado.
Cuando hablamos de adquirir las competencias mínimas debemos tener muy claro a qué nos referimos. Por ejemplo: Un alumno que puede resolver un problema por si mismo tiene esas competencias básicas. Un alumno que no puede solventar el problema pero sabe encontrar ayuda para poder solucionarlo, ¿tiene las competencias básicas o mínimas? Ahí se plantea un gran dilema ya que la educación ha cambiado en relación a los ejercicios memorísticos que se hacían antiguamente.
En los primeros tiempos, la educación se basaba sobretodo en una persona que impartía una serie de conocimientos y los alumnos debían aprenderlos y “vomitarlos” a continuación. Si tenías una buena memoria o tenías facilidad para memorizar textos, tenías el trabajo medio hecho. Los tiempos que nos ha tocado vivir son distintos y no hace falta esa memorización ya que mucha información la podemos obtener consultando internet. Lo que realmente importa ahora es hacer buen uso de esa información para resolver los problemas. En definitiva se debe memorizar el conocimiento pero no la información.
¿Qué podemos hacer?
El sistema educativo actual no tiene cabida para los menos capaces y tampoco para los extraordinarios. Se evalúa según la media y eso es un gran error. Puede que la motivación sea una de las causas en algunos alumnos que no consiguen esas competencias básicas. Tal y como está todo planteado a los alumnos no les importa aprender, les importa pasar los exámenes y ese es un punto de partida erróneo. Tenemos que intentar que el aprender sea un aliciente. Que el pasar de curso sea algo importante y “divertido”, como si pasaran pantallas en un videojuego.
Para conseguir esa motivación, otro punto importante sería el compartir con ellos los objetivos. Sería de gran ayuda que ellos conocieran de antemano cuáles son los objetivos que nos hemos marcado como básicos en su proceso de aprendizaje. De ese modo cobra más sentido que sean los propios alumnos los que se corrijan a ellos mismos ya que de ese modo, realizan un ejercicio de metareflexión. Ellos mismos tienen que ver sus errores y encontrar ayuda, si no lo pueden hacer solos, para encontrar la solución.
En definitiva y después de tener en cuenta las ideas de Neus Sanmartí, he sacado una idea muy clara: la educación no es solo de los profesores, es de los que aprenden y de los que enseñan.
Hace poco leí un tweet que me hizo replantear ciertas bases de mi opinión educativa. No recuerdo las palabras exactas (el tweet avanzaba una idea que se concretaba en un artículo) pero básicamente lo que se decía era que los profesores deberían dejar de evaluar a sus alumnos y dejar esa tarea a los propios chicos y chicas. En definitiva, desestructuraba el sistema de evaluación de nuestro sistema educativo de forma coherente, ya veréis.
Menudo meneo a las bases de nuestro sistema educativo, no?
Después del primer vistazo y mazazo a mis cimientos educativos me dirigí a la primera terraza que se puso por delante. Me senté y pedí un café para poder procesar, de forma serena, todo lo que ese tweet desmontaba y levantaba de nuevo bajo otra perspectiva.
En primer lugar busqué información sobre la persona que había expuesto esa idea. Se trataba de Neus Sanmartí, pedagoga en activo y que ha centrado sus esfuerzos en estudiar y replantear las evaluaciones en nuestro sistema educativo (vídeo en el que explica parte de sus ideas sobre la evaluación de los alumnos. El vídeo está en catalán pero creo que es suficientemente ilustrativo e importante como para linkarlo). Un montón de ideas se desprenden de sus artículos que realizan una crítica constructiva a nuestro sistema educativo. Sobre todo centra su atención en cómo evaluar a nuestros alumnos (os recomendamos su libro “Evaluar para aprender“).
Vayamos por partes
¿Nuestro sistema de evaluación es válido?¿Se puede mejorar?¿Está obsoleto?¿El cambio , si se debe realizar, hacia dónde debe enfocarse?
El sistema de evaluación actual se lleva a cabo mediante unas pruebas a final de curso que dan lugar a una nota numérica. Si lo pensamos con detenimiento no es un sistema muy justo ya que el proceso de aprendizaje no aparece en ninguna parte. Todo el trabajo que debe realizar el alumno para llegar a adquirir las competencias mínimas no se ve reflejado.
Cuando hablamos de adquirir las competencias mínimas debemos tener muy claro a qué nos referimos. Por ejemplo: Un alumno que puede resolver un problema por si mismo tiene esas competencias básicas. Un alumno que no puede solventar el problema pero sabe encontrar ayuda para poder solucionarlo, ¿tiene las competencias básicas o mínimas? Ahí se plantea un gran dilema ya que la educación ha cambiado en relación a los ejercicios memorísticos que se hacían antiguamente.
En los primeros tiempos, la educación se basaba sobretodo en una persona que impartía una serie de conocimientos y los alumnos debían aprenderlos y “vomitarlos” a continuación. Si tenías una buena memoria o tenías facilidad para memorizar textos, tenías el trabajo medio hecho. Los tiempos que nos ha tocado vivir son distintos y no hace falta esa memorización ya que mucha información la podemos obtener consultando internet. Lo que realmente importa ahora es hacer buen uso de esa información para resolver los problemas. En definitiva se debe memorizar el conocimiento pero no la información.
¿Qué podemos hacer?
El sistema educativo actual no tiene cabida para los menos capaces y tampoco para los extraordinarios. Se evalúa según la media y eso es un gran error. Puede que la motivación sea una de las causas en algunos alumnos que no consiguen esas competencias básicas. Tal y como está todo planteado a los alumnos no les importa aprender, les importa pasar los exámenes y ese es un punto de partida erróneo. Tenemos que intentar que el aprender sea un aliciente. Que el pasar de curso sea algo importante y “divertido”, como si pasaran pantallas en un videojuego.
Para conseguir esa motivación, otro punto importante sería el compartir con ellos los objetivos. Sería de gran ayuda que ellos conocieran de antemano cuáles son los objetivos que nos hemos marcado como básicos en su proceso de aprendizaje. De ese modo cobra más sentido que sean los propios alumnos los que se corrijan a ellos mismos ya que de ese modo, realizan un ejercicio de metareflexión. Ellos mismos tienen que ver sus errores y encontrar ayuda, si no lo pueden hacer solos, para encontrar la solución.
En definitiva y después de tener en cuenta las ideas de Neus Sanmartí, he sacado una idea muy clara: la educación no es solo de los profesores, es de los que aprenden y de los que enseñan.
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