A día de hoy, la presencia de mujeres en carreras científicas continúa siendo muy inferior a la de los hombres, quizá sólo porque un 7% de chicas de 15 años en España se plantee dedicarse a profesiones técnicas en un futuro. De acuerdo con un estudio realizado en 14 países, la probabilidad de que las estudiantes terminen una licenciatura, una maestría y un doctorado en alguna materia relacionada con la ciencia es del 18%, 8% y 2%, respectivamente, mientras que la probabilidad para los estudiantes masculinos es del 37%, 18% y 6%. Estos aspectos ya quedaron reflejados en nuestro reciente artículo “Tópicos Educativos“, donde veíamos que las estadísticas revelan que la presencia de mujeres en carreras como física o ingeniería no llega al 30%. A pesar de que el número de mujeres en puestos científicos se ha incrementado, sigue siendo bajo, sobre un 20%. Lo grave es que no ha variado en los últimos 15 años.
Por otra parte, en los Premios Nobel de 2017 ninguna mujer ha sido galardonada en ciencias. Desde el año 1901, los Nobel han premiado 18 veces a mujeres y 581 a hombres, recibiendo ellas un 3% de los Nobel de ciencias. Varias investigadoras figuran año tras año en las quinielas para recibir un galardón, que casi nunca llega. Otras han fallecido recientemente sin llevárselo, por ejemplo, la astrónoma estadounidense Vera Rubin, que aportó la primera prueba de la existencia de la materia oscura. La estadounidense Deborah Jin, que sonaba como Nobel de Física. O la ingeniera estadounidense Mildred Dresselhaus, conocida como “la reina de la ciencia del carbono”.
Proclamación de las Naciones Unidas
La poca visibilidad de las científicas reflejada en los datos que acabamos de exponer, debido a estereotipos o prejuicios, ha generado un interés a nivel internacional para ayudar a la inclusión de las mujeres en la ciencia. Con el objetivo de promover el acceso de las mujeres y niñas a la educación y la investigación en los ámbitos de la ciencia y lograr la igualdad de género, la Asamblea General de las Naciones Unidas a finales del año 2015 declaró el 11 de febrero como Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia.
Desde entonces, colectivos e instituciones, museos, centros culturales, universidades, centros de investigación y centros educativos participan con talleres, charlas, actuaciones que ayudan a visibilizar la labor de la mujer en la ciencia y a promover la vocación científica entre las más jóvenes.
¿Quiénes son ellas?
Si nos preguntaran que nombráramos científicos famosos seguro que no tendríamos ningún problema para hacerlo. Enseguida nos vendrían a la cabeza nombres como Edison, Bell, Newton, Einstein, Volta, Darwin, Galileo… Y así podríamos seguir citando unos cuantos más, sin ningún esfuerzo, ¿verdad?
Pero… ¿nos ocurriría lo mismo si tuviéramos que mencionar mujeres científicas, dedicadas a la física o a la astronomía? Yo creo que la lista empezaría y acabaría con un sólo nombre: Marie Curie. Bien es cierto que su fama se merece, sin embargo, hay otras muchas, tan importantes, relegadas a un segundo plano. Con este artículo pretendemos sacarlas del ostracismo del que se les ha hecho formar parte.
Por suerte, muchas de ellas lograron superar todas las dificultades y barreras que se les interpusieron y contribuyeron de manera notable al desarrollo científico. Haciendo un recorrido cronológico, debemos empezar con la que se puede considerar la primera de ellas: Hypatia. Nacida a finales del siglo IV en Alejandría, Egipto, su padre la educó en las ciencias. Participaba en debates y desarrollaba experimentos relacionados con la astronomía y el razonamiento matemático. Así, escribió varios tratados en ambas disciplinas. Su biblioteca fue arrasada y ella asesinada, por considerarse sus teorías demasiado controvertidas.
Sophie Germain escribió a algunos de los matemáticos más relevantes de su tiempo, para dar a conocer sus estudios, firmando siempre con pseudónimo masculino. Obtuvo respuesta de Gauss, que elogiaba su teoría de los números. Fue premiada en el campo de las matemáticas pero no acudió a recoger el premio, ya que sentía condescendencia de sus compañeros. En 1825, escribió un artículo donde profundizaba en la solución de uno de los problemas matemáticos que planteó, pero la comisión la ignoró.
Ada Lovelace fue la primera programadora de la historia e inventó una máquina que almacenaba datos y efectuaba operaciones repetitivas, hacia 1840. Sugería el uso de tarjetas perforadas para introducir programas, un sistema similar al que se utilizó mucho tiempo después para crear programas informáticos.
Maria Sklodowska era hija de un profesor de secundaria que se esmeró en darle una buena formación científica, que ella completó graduándose en Física y en Ciencias Matemáticas por la Universidad de la Sorbona. Allí conoció a Pierre Curie, profesor de Física, y se casó con él. En 1903, fue galardonada con el Premio Nobel en Física, junto a Pierre Curie y Henri Becquerel, por sus trabajos sobre la radiactividad. Al fallecer Pierre, Marie ocupó su puesto como profesora, convirtiéndose en la primera mujer en enseñar en la Universidad de París. En 1910 recibió su segundo Nobel, en esta ocasión en Química, por lograr aislar por primera vez un gramo de radio. Durante años trabajó con su hija Irène, galardonada también con el Nobel de Química en 1935, en la aplicación de la radiactividad en medicina. Precisamente las consecuencias de ese fenómeno fueron minando su salud, ya que quedó ciega causa de la radiactividad.
Rachel Carson en 1936 se convirtió en editora jefe de todas las publicaciones del Servicio de Pesca y Vida Salvaje de Estados Unidos. Escribió artículos sobre conservación y recursos naturales, y en los 50 publicó sus dos obras más famosas: un detallado estudio sobre los mares por el que fue premiada y que la hicieron famosa como naturalista y escritora científica.
Lise Meitner participó en el descubrimiento de la fisión nuclear, además de investigar la teoría atómica y la radiactividad. Cuando su compañero Otto Hahn descubrió que los átomos de uranio se dividían al ser bombardeados con neutrones, ella calculó la energía liberada en el proceso, y llamó al fenómeno fisión nuclear. Este proceso fue la base sobre la que se desarrolló años después la bomba atómica. Este logro le valió a Hahn el Nobel de Química en 1944, quedando Meitner en la sombra. Sin embargo, en su honor, nombraron Meitnerio al elemento 109 de la tabla periódica.
Rosalind Franklin se doctoró en Química y Física en Cambridge y se especializó en la disciplina de la cristalografía. Fue clave para la observación por primera vez de la estructura del ADN, ya que desarrolló la técnica y el instrumental para fotografiar muestras de ADN que permitían reconocer su misma estructura. En 1953 las imágenes fueron divulgadas sin su permiso, quedando su nombre en el olvido. Cuando el Nobel se otorgó por el descubrimiento en 1962, Franklin ya había fallecido a causa de un cáncer de ovarios, provocado probablemente por las largas horas de exposición a los rayos X sin la protección necesaria.
Jane Goodall es una de las primatólogas más reconocidas del mundo. En 1960 comenzó a trabajar en Tanzania, estudiando la vida de los chimpancés, los trataba como individuos, a los que nombraba y conocía uno a uno. Así descubrió que cada animal desarrolla su propia personalidad y que las emociones no son algo ajeno a ellos, una teoría que nadie había considerado factible hasta entonces. Aunque recibió numerosas críticas por la subjetividad de su trabajo, las teorías de Goodall siguen siendo hoy consideradas válidas en la primatología.
Dorothy Crowfoot utilizó la cristalografía por rayos X para estudiar la estructura de moléculas como la penicilina, la insulina y la vitamina B12, conocimientos que han sido relevantes en el desarrollo de tratamientos para diversas enfermedades. Por este trabajo, recibió en 1964 el Nobel de Química.
Lynn Margulis es considerada madre de la teoría de la endosimbiosis, desarrollada en los años 60, y una de las científicas más brillantes y controvertidas de los últimos años. Logró cuestionar las teorías neodarwinistas imperantes en la época dando un giro a la comprensión de la evolución de las especies. Sus estudios le llevaron a proponer la clasificación de los seres vivos en los cinco reinos que hoy se estudia en casi todos los institutos.
Jocelyn Bell es la astrofísica que descubrió la radioseñal de un púlsar, junto a su tutor Anthony Hewish, en 1967. Al no saber exactamente de qué se trataban las señales recibidas, las denominaron LGM, Little Green Men, pequeños hombrecillos verdes, refiriéndose a los extraterrestres. Tras analizar los datos, determinaron que las señales provenían de estrellas muy masivas que rotaban a gran velocidad a las cuales llamaron Púlsares. En 1974 Hewish y Martin Ryle recibieron el Nobel de Física por el descubrimiento de los púlsares, el primero dado a un trabajo astronómico. Bell no fue incluida en el reconocimiento. Podrían haber dado su nombre a esa primera señal del púlsar, la estrella Bell, pero tampoco ocurrió.
Otras como Mina Fleming, Agnes Meyer, Chien-Shiung Wu, Amalie Emmy Noether, Hedy Lamarr o María Kirch contribuyeron al igual que las anteriores en el desarrollo científico a nivel mundial.
Científicas en España
No podemos olvidarnos de nuestras científicas españolas, abanderadas de la ciencia con sus numerosos estudios. Destacamos a: Gertrudis de la Fuente, especializada en enzimología, en metabolismo de los azúcares y en el síndrome tóxico, lo que permitió acercar el estudio de la Bioquímica a los estudios de Medicina.
Margarita Salas, bioquímica y profesora Ad Honorem del Centro de Biología Molecular Severo Ochoa. Ha escrito más de 300 publicaciones en revistas internacionales y sus investigaciones son aplicadas en biotecnología.
María Blasco, bióloga molecular que dirige el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas. Es especialista en el estudio de los telómeros -fragmentos de ADN que se encuentran en el extremo de los cromosomas- y de la telomerasa, una enzima que con su estimulación artificial podría retrasar los problemas asociados al envejecimiento.
Flora de Pablo es doctora en medicina e investiga los mecanismos fisiológicos que regulan la proliferación, diferenciación, competición y muerte celular. De Pablo participa en la lucha por el reconocimiento del papel de las mujeres en el mundo de la investigación y es una de las fundadoras de la Asociación de Mujeres Investigadoras y Tecnólogas.
Celia Sánchez Ramos es la fundadora del Laboratorio y Grupo de investigación de Neuro-Computación y Neuro-Robótica de la Universidad Complutense de Madrid. Estudia la neurodegeneración, prevención y protección del Sistema Visual.
Montse Calleja, biomecánica e investigadora del CSIC. Lidera un proyecto sobre el estudio de las propiedades mecánicas de las células y su relación con el cáncer. Se le ha concedido el premio Miguel Catalán 2012 para investigadores menores de 40 años. Es inventora de más de 10 patentes y ha fundado las empresas Mecwins SA y Nanodreams SL.
Este es nuestro pequeño homenaje a grandes mujeres que por distintos motivos quedaron y quedan alejadas de su vocación o, aunque habiendo persistido en ella, no fueron reconocidas. Animamos a todas esas niñas que sueñan con convertirse algún día en grandes científicas, a que sigan en su empeño y no se dejen influenciar por prejuicios que siempre acaban haciendo daño. Luchad por vuestros sueños y luchad por vuestra vocación.
“La ciencia es competitiva, agresiva, exigente. También es imaginativa, inspiradora, edificante”. Vera Rubin.
A día de hoy, la presencia de mujeres en carreras científicas continúa siendo muy inferior a la de los hombres, quizá sólo porque un 7% de chicas de 15 años en España se plantee dedicarse a profesiones técnicas en un futuro. De acuerdo con un estudio realizado en 14 países, la probabilidad de que las estudiantes terminen una licenciatura, una maestría y un doctorado en alguna materia relacionada con la ciencia es del 18%, 8% y 2%, respectivamente, mientras que la probabilidad para los estudiantes masculinos es del 37%, 18% y 6%. Estos aspectos ya quedaron reflejados en nuestro reciente artículo “Tópicos Educativos“, donde veíamos que las estadísticas revelan que la presencia de mujeres en carreras como física o ingeniería no llega al 30%. A pesar de que el número de mujeres en puestos científicos se ha incrementado, sigue siendo bajo, sobre un 20%. Lo grave es que no ha variado en los últimos 15 años.
Por otra parte, en los Premios Nobel de 2017 ninguna mujer ha sido galardonada en ciencias. Desde el año 1901, los Nobel han premiado 18 veces a mujeres y 581 a hombres, recibiendo ellas un 3% de los Nobel de ciencias. Varias investigadoras figuran año tras año en las quinielas para recibir un galardón, que casi nunca llega. Otras han fallecido recientemente sin llevárselo, por ejemplo, la astrónoma estadounidense Vera Rubin, que aportó la primera prueba de la existencia de la materia oscura. La estadounidense Deborah Jin, que sonaba como Nobel de Física. O la ingeniera estadounidense Mildred Dresselhaus, conocida como “la reina de la ciencia del carbono”.
Proclamación de las Naciones Unidas
La poca visibilidad de las científicas reflejada en los datos que acabamos de exponer, debido a estereotipos o prejuicios, ha generado un interés a nivel internacional para ayudar a la inclusión de las mujeres en la ciencia. Con el objetivo de promover el acceso de las mujeres y niñas a la educación y la investigación en los ámbitos de la ciencia y lograr la igualdad de género, la Asamblea General de las Naciones Unidas a finales del año 2015 declaró el 11 de febrero como Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia.
Desde entonces, colectivos e instituciones, museos, centros culturales, universidades, centros de investigación y centros educativos participan con talleres, charlas, actuaciones que ayudan a visibilizar la labor de la mujer en la ciencia y a promover la vocación científica entre las más jóvenes.
¿Quiénes son ellas?
Si nos preguntaran que nombráramos científicos famosos seguro que no tendríamos ningún problema para hacerlo. Enseguida nos vendrían a la cabeza nombres como Edison, Bell, Newton, Einstein, Volta, Darwin, Galileo… Y así podríamos seguir citando unos cuantos más, sin ningún esfuerzo, ¿verdad?
Pero… ¿nos ocurriría lo mismo si tuviéramos que mencionar mujeres científicas, dedicadas a la física o a la astronomía? Yo creo que la lista empezaría y acabaría con un sólo nombre: Marie Curie. Bien es cierto que su fama se merece, sin embargo, hay otras muchas, tan importantes, relegadas a un segundo plano. Con este artículo pretendemos sacarlas del ostracismo del que se les ha hecho formar parte.
Por suerte, muchas de ellas lograron superar todas las dificultades y barreras que se les interpusieron y contribuyeron de manera notable al desarrollo científico. Haciendo un recorrido cronológico, debemos empezar con la que se puede considerar la primera de ellas: Hypatia. Nacida a finales del siglo IV en Alejandría, Egipto, su padre la educó en las ciencias. Participaba en debates y desarrollaba experimentos relacionados con la astronomía y el razonamiento matemático. Así, escribió varios tratados en ambas disciplinas. Su biblioteca fue arrasada y ella asesinada, por considerarse sus teorías demasiado controvertidas.
Sophie Germain escribió a algunos de los matemáticos más relevantes de su tiempo, para dar a conocer sus estudios, firmando siempre con pseudónimo masculino. Obtuvo respuesta de Gauss, que elogiaba su teoría de los números. Fue premiada en el campo de las matemáticas pero no acudió a recoger el premio, ya que sentía condescendencia de sus compañeros. En 1825, escribió un artículo donde profundizaba en la solución de uno de los problemas matemáticos que planteó, pero la comisión la ignoró.
Ada Lovelace fue la primera programadora de la historia e inventó una máquina que almacenaba datos y efectuaba operaciones repetitivas, hacia 1840. Sugería el uso de tarjetas perforadas para introducir programas, un sistema similar al que se utilizó mucho tiempo después para crear programas informáticos.
Maria Sklodowska era hija de un profesor de secundaria que se esmeró en darle una buena formación científica, que ella completó graduándose en Física y en Ciencias Matemáticas por la Universidad de la Sorbona. Allí conoció a Pierre Curie, profesor de Física, y se casó con él. En 1903, fue galardonada con el Premio Nobel en Física, junto a Pierre Curie y Henri Becquerel, por sus trabajos sobre la radiactividad. Al fallecer Pierre, Marie ocupó su puesto como profesora, convirtiéndose en la primera mujer en enseñar en la Universidad de París. En 1910 recibió su segundo Nobel, en esta ocasión en Química, por lograr aislar por primera vez un gramo de radio. Durante años trabajó con su hija Irène, galardonada también con el Nobel de Química en 1935, en la aplicación de la radiactividad en medicina. Precisamente las consecuencias de ese fenómeno fueron minando su salud, ya que quedó ciega causa de la radiactividad.
Rachel Carson en 1936 se convirtió en editora jefe de todas las publicaciones del Servicio de Pesca y Vida Salvaje de Estados Unidos. Escribió artículos sobre conservación y recursos naturales, y en los 50 publicó sus dos obras más famosas: un detallado estudio sobre los mares por el que fue premiada y que la hicieron famosa como naturalista y escritora científica.
Lise Meitner participó en el descubrimiento de la fisión nuclear, además de investigar la teoría atómica y la radiactividad. Cuando su compañero Otto Hahn descubrió que los átomos de uranio se dividían al ser bombardeados con neutrones, ella calculó la energía liberada en el proceso, y llamó al fenómeno fisión nuclear. Este proceso fue la base sobre la que se desarrolló años después la bomba atómica. Este logro le valió a Hahn el Nobel de Química en 1944, quedando Meitner en la sombra. Sin embargo, en su honor, nombraron Meitnerio al elemento 109 de la tabla periódica.
Rosalind Franklin se doctoró en Química y Física en Cambridge y se especializó en la disciplina de la cristalografía. Fue clave para la observación por primera vez de la estructura del ADN, ya que desarrolló la técnica y el instrumental para fotografiar muestras de ADN que permitían reconocer su misma estructura. En 1953 las imágenes fueron divulgadas sin su permiso, quedando su nombre en el olvido. Cuando el Nobel se otorgó por el descubrimiento en 1962, Franklin ya había fallecido a causa de un cáncer de ovarios, provocado probablemente por las largas horas de exposición a los rayos X sin la protección necesaria.
Jane Goodall es una de las primatólogas más reconocidas del mundo. En 1960 comenzó a trabajar en Tanzania, estudiando la vida de los chimpancés, los trataba como individuos, a los que nombraba y conocía uno a uno. Así descubrió que cada animal desarrolla su propia personalidad y que las emociones no son algo ajeno a ellos, una teoría que nadie había considerado factible hasta entonces. Aunque recibió numerosas críticas por la subjetividad de su trabajo, las teorías de Goodall siguen siendo hoy consideradas válidas en la primatología.
Dorothy Crowfoot utilizó la cristalografía por rayos X para estudiar la estructura de moléculas como la penicilina, la insulina y la vitamina B12, conocimientos que han sido relevantes en el desarrollo de tratamientos para diversas enfermedades. Por este trabajo, recibió en 1964 el Nobel de Química.
Lynn Margulis es considerada madre de la teoría de la endosimbiosis, desarrollada en los años 60, y una de las científicas más brillantes y controvertidas de los últimos años. Logró cuestionar las teorías neodarwinistas imperantes en la época dando un giro a la comprensión de la evolución de las especies. Sus estudios le llevaron a proponer la clasificación de los seres vivos en los cinco reinos que hoy se estudia en casi todos los institutos.
Jocelyn Bell es la astrofísica que descubrió la radioseñal de un púlsar, junto a su tutor Anthony Hewish, en 1967. Al no saber exactamente de qué se trataban las señales recibidas, las denominaron LGM, Little Green Men, pequeños hombrecillos verdes, refiriéndose a los extraterrestres. Tras analizar los datos, determinaron que las señales provenían de estrellas muy masivas que rotaban a gran velocidad a las cuales llamaron Púlsares. En 1974 Hewish y Martin Ryle recibieron el Nobel de Física por el descubrimiento de los púlsares, el primero dado a un trabajo astronómico. Bell no fue incluida en el reconocimiento. Podrían haber dado su nombre a esa primera señal del púlsar, la estrella Bell, pero tampoco ocurrió.
Otras como Mina Fleming, Agnes Meyer, Chien-Shiung Wu, Amalie Emmy Noether, Hedy Lamarr o María Kirch contribuyeron al igual que las anteriores en el desarrollo científico a nivel mundial.
Científicas en España
No podemos olvidarnos de nuestras científicas españolas, abanderadas de la ciencia con sus numerosos estudios. Destacamos a: Gertrudis de la Fuente, especializada en enzimología, en metabolismo de los azúcares y en el síndrome tóxico, lo que permitió acercar el estudio de la Bioquímica a los estudios de Medicina.
Margarita Salas, bioquímica y profesora Ad Honorem del Centro de Biología Molecular Severo Ochoa. Ha escrito más de 300 publicaciones en revistas internacionales y sus investigaciones son aplicadas en biotecnología.
María Blasco, bióloga molecular que dirige el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas. Es especialista en el estudio de los telómeros -fragmentos de ADN que se encuentran en el extremo de los cromosomas- y de la telomerasa, una enzima que con su estimulación artificial podría retrasar los problemas asociados al envejecimiento.
Flora de Pablo es doctora en medicina e investiga los mecanismos fisiológicos que regulan la proliferación, diferenciación, competición y muerte celular. De Pablo participa en la lucha por el reconocimiento del papel de las mujeres en el mundo de la investigación y es una de las fundadoras de la Asociación de Mujeres Investigadoras y Tecnólogas.
Celia Sánchez Ramos es la fundadora del Laboratorio y Grupo de investigación de Neuro-Computación y Neuro-Robótica de la Universidad Complutense de Madrid. Estudia la neurodegeneración, prevención y protección del Sistema Visual.
Montse Calleja, biomecánica e investigadora del CSIC. Lidera un proyecto sobre el estudio de las propiedades mecánicas de las células y su relación con el cáncer. Se le ha concedido el premio Miguel Catalán 2012 para investigadores menores de 40 años. Es inventora de más de 10 patentes y ha fundado las empresas Mecwins SA y Nanodreams SL.
Este es nuestro pequeño homenaje a grandes mujeres que por distintos motivos quedaron y quedan alejadas de su vocación o, aunque habiendo persistido en ella, no fueron reconocidas. Animamos a todas esas niñas que sueñan con convertirse algún día en grandes científicas, a que sigan en su empeño y no se dejen influenciar por prejuicios que siempre acaban haciendo daño. Luchad por vuestros sueños y luchad por vuestra vocación.
“La ciencia es competitiva, agresiva, exigente. También es imaginativa, inspiradora, edificante”. Vera Rubin.
Hemos podido conocer durante estas dos semanas un montón de experiencias de mujeres en el ámbito científico y nos han dejado sorprendido al alumnado y hasta el profesorado… no eramos conscientes de tantas y tantas mujeres silenciadas a lo largo de la historia… Nos ha hecho pensar… y la verdad… mis alumnos han hecho una demostración de experimentos … tanto chicos como chicas… según sus motivaciones… Gracias
Que ilusión nos ha hecho saber que habéis sacado un provecho de nuestro post. Nos encanta poder aportar nuestro pequeño granito para que las mujeres ocupen el lugar que les corresponde en el mundo de la ciencia. Muchas gracias por difundir y por leernos. Saludos 🙂