Educación, sin prisa pero sin pausa

Hay un tópico en la educación de los más pequeños que está bastante extendida: “Los niños y niñas a esas edades son unas esponjas“. No le falta razón pero tenemos que entenderlo en su justa medida. Es cierto que el cerebro de los niños y niñas a esas edades está en su punto más álgido para asumir conceptos pero también es cierto que los excesos nunca son buenos. De ahí el título de nuestro artículo de hoy, “Educación, sin prisa pero sin pausa“.

La educación de hoy establece unos objetivos a determinadas edades. Se marcan metas educativas como por ejemplo aprender a leer a los 5 años. Cuando se confeccionan estos objetivos no se tiene en cuenta que hay alumnos/as que a lo mejor, tienen velocidades de aprendizaje distintas. Puede que algunos/as requieran de un poco más de tiempo o a lo mejor a los 5 años ya saben leer mejor que muchos/as de sus compañeros/as de aula. Esos alumnos/as ,¿Cómo son tratados/as? ¿Qué opciones se les da?

En esos casos, a nosotros, se nos plantea una duda sobre si estos objetivos educativos tienen el enfoque adecuado.

La “obligación educativa”

Nos pasa a todos/as y a todas las edades. Cualquier cosa que tengamos que hacer por obligación nos produce cierto rechazo. El ser humano tiene una alta capacidad de aprendizaje, mucho más en edades tempranas, que debe estimularse e incentivarse. Nosotros hemos considerado 2 maneras para ello.

  • dotar de utilidad a lo que se aprende
  • que genere placer

En ocasiones la escolarización se basa en dar una serie de conocimientos que los alumnos/as deben asumir sin rechistar. No se les da una explicación de lo útil que les serán dichos estudios. Si el alumno/a es capaz de vislumbrar la utilidad de ese aprendizaje, le será mucho más fácil asumir esos conceptos. En caso contrario memorizará los conocimientos y luego los eliminará para dar cabida a los nuevos. Asociará este proceso de aprender a momentos de presión (exámenes), de miedo, de agobio, de presión… Si dotamos de sentido e utilidad a lo que se aprende, es mucho más fácil que los alumnos/as se “enganchen” a ese proceso.

Educación a tu ritmo

Educación a tu ritmo

Cuando el alumno/a se encuentra a gusto con lo que aprende siente placer en ello y eso genera una sensación agradable que el alumno/a asociará a aprender. Este concepto es muy básico y muy simple de entender pero a veces nos es difícil de aterrizar en el mundo educativo. Cuando un niño/a juega en el recreo y se lo pasa bien, tiene una sensación placentera que le generará una actitud abierta en la hora del patio. Tenemos que conseguir lo mismo con el aprendizaje. El/la alumno/a debe estar contento y abierto al aprendizaje para seguir aprendiendo.

¿Cómo podemos conseguirlo?

Nosotros creemos que un buen camino es la libertad de aprendizaje. ¿Qué queremos decir con esto? Pues que los alumnos deben poder aprender a su ritmo. Debemos darles la opción de que aprendan sin una presión temporal. Con esto no queremos decir que no se debe estar encima para que no se “pierdan” en el proceso educativo. Es necesario dar las herramientas y la guía para que los alumnos/as aprendan a su ritmo y tener las herramientas para evitar que se dispersen. Para poner un ejemplo, si el alumno/a no consigue aprender a leer a los 5 años y lo hace a los 6, no pasa nada. No metamos prisa a su educación, dejemos que experimente y aprenda a su ritmo y tengamos herramientas para evitar que “divague” sin llegar a puerto.

Así pues, nuestro artículo de hoy intenta poner el énfasis en la libertad de aprender al ritmo de cada cuál. Tener un poco de “libertad temporal educativa” para avanzar al ritmo que necesitemos.

Hay un tópico en la educación de los más pequeños que está bastante extendida: “Los niños y niñas a esas edades son unas esponjas“. No le falta razón pero tenemos que entenderlo en su justa medida. Es cierto que el cerebro de los niños y niñas a esas edades está en su punto más álgido para asumir conceptos pero también es cierto que los excesos nunca son buenos. De ahí el título de nuestro artículo de hoy, “Educación, sin prisa pero sin pausa“.

La educación de hoy establece unos objetivos a determinadas edades. Se marcan metas educativas como por ejemplo aprender a leer a los 5 años. Cuando se confeccionan estos objetivos no se tiene en cuenta que hay alumnos/as que a lo mejor, tienen velocidades de aprendizaje distintas. Puede que algunos/as requieran de un poco más de tiempo o a lo mejor a los 5 años ya saben leer mejor que muchos/as de sus compañeros/as de aula. Esos alumnos/as ,¿Cómo son tratados/as? ¿Qué opciones se les da?

En esos casos, a nosotros, se nos plantea una duda sobre si estos objetivos educativos tienen el enfoque adecuado.

La “obligación educativa”

Nos pasa a todos/as y a todas las edades. Cualquier cosa que tengamos que hacer por obligación nos produce cierto rechazo. El ser humano tiene una alta capacidad de aprendizaje, mucho más en edades tempranas, que debe estimularse e incentivarse. Nosotros hemos considerado 2 maneras para ello.

  • dotar de utilidad a lo que se aprende
  • que genere placer

En ocasiones la escolarización se basa en dar una serie de conocimientos que los alumnos/as deben asumir sin rechistar. No se les da una explicación de lo útil que les serán dichos estudios. Si el alumno/a es capaz de vislumbrar la utilidad de ese aprendizaje, le será mucho más fácil asumir esos conceptos. En caso contrario memorizará los conocimientos y luego los eliminará para dar cabida a los nuevos. Asociará este proceso de aprender a momentos de presión (exámenes), de miedo, de agobio, de presión… Si dotamos de sentido e utilidad a lo que se aprende, es mucho más fácil que los alumnos/as se “enganchen” a ese proceso.

Educación a tu ritmo

Educación a tu ritmo

Cuando el alumno/a se encuentra a gusto con lo que aprende siente placer en ello y eso genera una sensación agradable que el alumno/a asociará a aprender. Este concepto es muy básico y muy simple de entender pero a veces nos es difícil de aterrizar en el mundo educativo. Cuando un niño/a juega en el recreo y se lo pasa bien, tiene una sensación placentera que le generará una actitud abierta en la hora del patio. Tenemos que conseguir lo mismo con el aprendizaje. El/la alumno/a debe estar contento y abierto al aprendizaje para seguir aprendiendo.

¿Cómo podemos conseguirlo?

Nosotros creemos que un buen camino es la libertad de aprendizaje. ¿Qué queremos decir con esto? Pues que los alumnos deben poder aprender a su ritmo. Debemos darles la opción de que aprendan sin una presión temporal. Con esto no queremos decir que no se debe estar encima para que no se “pierdan” en el proceso educativo. Es necesario dar las herramientas y la guía para que los alumnos/as aprendan a su ritmo y tener las herramientas para evitar que se dispersen. Para poner un ejemplo, si el alumno/a no consigue aprender a leer a los 5 años y lo hace a los 6, no pasa nada. No metamos prisa a su educación, dejemos que experimente y aprenda a su ritmo y tengamos herramientas para evitar que “divague” sin llegar a puerto.

Así pues, nuestro artículo de hoy intenta poner el énfasis en la libertad de aprender al ritmo de cada cuál. Tener un poco de “libertad temporal educativa” para avanzar al ritmo que necesitemos.

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