Apagar la luz, cerrar el grifo, abrir una ventana… estos pequeños actos cotidianos los hacemos todos pero, ¿nos hemos planteado el por qué los llevamos a cabo?
A lo largo del día realizamos un montón de acciones. La mayor parte de ellas las llevamos a cabo sin pensar, sin darle más importancia que la de un movimiento o pensamiento reflejo. Pero, ¿cómo hemos llegado a este punto? ¿quién o qué ha conseguido esta meta?
Apagar la luz, cerrar el grifo, abrir una ventana… estos pequeños actos cotidianos los hacemos todos pero, ¿nos hemos planteado el por qué los llevamos a cabo?
A lo largo del día realizamos un montón de acciones. La mayor parte de ellas las llevamos a cabo sin pensar, sin darle más importancia que la de un movimiento o pensamiento reflejo. Pero, ¿cómo hemos llegado a este punto? ¿quién o qué ha conseguido esta meta?
Consecuencia y responsabilidad
La mayor parte del día consumimos energía en nuestras acciones. Ya sea energía de nuestro cuerpo o bien energía que recogemos de la red eléctrica en su mayor parte. Encender el ordenador de nuestro lugar de trabajo, hablar por el móvil, usar los semáforos para cruzar la calle, encender las luces, ver una serie antes de acostarnos…
Estas acciones que consumen energía tienen sus consecuencias. Al consumir energía implica que la hemos tenido que coger de algún lado y transformarla en la forma que a nosotros nos sea cómoda, en este caso concreto la electricidad. Usamos energía eléctrica para encender la mayor parte de nuestros aparatos eléctricos, que no son pocos y que nos hacen más cómodo el día a día. Si hay consecuencias quiere decir que también hay responsabilidades.
Consecuencia y responsabilidad son conceptos que nos acompañan a lo largo de nuestra vida en muchas facetas. Cuando somos pequeños estos conceptos no están muy a la orden del día ya que, y sin querer ser malos o traviesos, solemos actuar sin pensar. Entonces, ¿cómo podemos cultivar estos conceptos para que luego nos ayuden a lo largo de nuestra vida? Con la educación.

La educación es la clave
La educación es la clave para poder llegar a ser personas que actúen valorando sus actos en función de lo que implican y que sucederá si los llevan a cabo. Centrándonos en nuestro caso, la energía eléctrica, conseguiremos a chicos y chicas que entiendan y valoren el simple acto de encender y apagar un interruptor.
Pero no solo se debe educar en energía sino que la energía se puede usar para inculcar valores como los comentados en nuestros futuros conciudadanos. Valores como el respeto hacia el medio ambiente se puede trabajar desde las fuentes de energía que usamos para obtener la electricidad. Valores como el ahorro se puede trabajar mediante el uso consciente y responsable de la energía. Valores como el de compartir se puede trabajar mediante el uso de recursos energéticos como el agua que circula por los ríos que cruzan distintos territorios.
La energía no es solo la factura que nos llega a casa y que debemos pagar religiosamente. La energía es uno de los elementos más esenciales que hay en nuestras vidas y como tal debe ser enseñado en nuestros centros educativos pero, no solo como sujeto de estudio sino como puente para enseñar valores que nos pueden hacer mejores personas.
Totalmente de acuerdo con este articulo, desde la escuela deberían enseñar que el darle al interruptor y que se ilumine una habitación no es por arte de magia, eso hay que fabricarlo, y con el agua pasa lo mismo, el desperdiciarla tiene sus consecuencias.
Muchas gracias por tu comentario Antonio, tenemos la misma opinión 🙂
Totalmente de acuerdo, la educación es la clave.
Es interesante esta forma de enseñar para formar personas con sentido de responsabilidad capaces de proyectar y construir un mundo mejor de una manera sencilla y divertida a la ves.
Hoa! 🙂
Muchas gracias por leernos y compartir nuestras ideas! 🙂