Estamos en unos momentos muy peculiares a la par que históricos. Todo el mundo está convulsionado por la pandemia que estamos sufriendo. Por causas sanitarias nuestras vidas se han visto turbadas y muchas de las cosas que hacíamos de forma rutinaria, ahora se han convertido en verdaderos lujos imposibles de llevar a cabo hasta que esto no se solucione.
La educación no ha podido zafarse de la situación y centros escolares, profesorado y alumnado han tenido que reinventarse para poder seguir adelante con sus funciones, unos aprender y los otros enseñar. Gracias a una comunidad educativa ejemplar, nuestros chicos y chicas han podido seguir adelante con su aprendizaje. Gracias a lo “online” se han podido impartir clases, realizar debates, escuchar discursos, compartir apuntes… Las opciones online han venido y parece que ya no van a marcharse.
Lo que nos preguntamos ahora es, ¿las actividades o recursos online deben sustituir a los métodos presenciales?
Como en todas las cosas en esta vida, un exceso es malo y siempre va bien combinar y probar mezclas hasta encontrar el ajuste que nos haga dar con la tecla correcta, que haga “sonar la flauta” como se dice. Endesa Educa empezó con actividades educativas presenciales en sus espacios educativos en ciudades como Zaragoza, Palma de Mallorca y Barcelona. Con los años y, la experiencia que estos nos han ido aportando, vimos que para poder llevar nuestras actividades a más gente debíamos entrar en el mundo de lo digital. Por ello empezamos a generar actividades online que podían ser usadas por cualquier persona interesada en el mundo de la energía y que quisiera trabajar conceptos energéticos en aulas, centros educativos y/o casas particulares.
Con el tiempo y la experiencia acumulados hemos podido valorar el “éxito” de nuestros contenidos educativos tanto presenciales como online. La primera conclusión es clara, el trato humano y la presencialidad de los educadores es difícil de sustituir.
Estamos muy contentos de la oferta educativa online de la que disponemos. Consideramos que es de gran calidad, variada, fácil de implementar en el aula y muy completa. Hemos intentado llevar todos los temas de nuestras actividades presenciales a propuestas online para que todo el mundo pudiera disfrutar de nuestra bolsa de actividades, ya fuera gente que no puede desplazarse, que no pueden acceder a instalaciones, que los horarios no les van bien o que simplemente prefieren trabajar online.
Tenemos actividades online que nos permiten ver una central nuclear por dentro, ver cómo funciona y qué partes tiene un aerogenerador, conocer cómo es el fenómeno fotoeléctrico que permite a las placas solares generar electricidad a partir de los fotones, descubrir en qué consiste un uso racional de la energía… la variedad es infinita.
Lo único que diferencia nuestras actividades presenciales de las online es la presencia de personal educativo, que no es poca cosa. Nuestros educadores dan ese plus educativo (valga la redundancia) que hace que la actividad no solo se haga sino que se disfrute.
¿Qué queremos decir con todas esta reflexiones?
Las actividades online han llegado para quedarse y así debe ser pero no a costa de la pérdida de la oferta presencial. Puede ser que económicamente sean mucho más rentables a lo largo de los años e incluso algunas de ellas más espectaculares pero, la compresión de los conceptos por parte del alumnado es más auténtica cuando los materiales se pueden tocar, cuando una persona te puede explicar las cosas en vivo, cuando puedes interactuar a tiempo real con esa persona y cuando educador y alumno pueden compartir la experiencia.
Al final, el aprendizaje no es otra cosa que una experiencia educativa y las experiencias cuanto más reales mejor.
Para acabar con nuestras conclusiones voy a poner una experiencia personal que creo que ejemplifica muy bien de lo que hemos hablado en este post.
De pequeño, en casa siempre se habían visto muchos documentales de animales. Mi hermano es un gran fan de la fauna. Después de haber visto vacas y cerdos a centenares por la televisión, un día fuimos a una granja con el colegio. Nos dijeron que veríamos vacas, conejos, gallinas, cerdos… la verdad es que la motivación no era muy grande ya que esos animales ya los teníamos más que vistos por la tele. Madre mía que equivocado estaba. El impacto de ver esos animales en vivo y en directo fue brutal. El olor, las dimensiones, los colores, el tacto al acariciarlos… todos esos inputs son imposibles de apreciar en los documentales. Esos programas sobre la fauna son magníficos y algunos son la única opción de disfrutar de esos animales pero poder ver y tocar una vaca en directo no tiene precio educativo.
Estamos en unos momentos muy peculiares a la par que históricos. Todo el mundo está convulsionado por la pandemia que estamos sufriendo. Por causas sanitarias nuestras vidas se han visto turbadas y muchas de las cosas que hacíamos de forma rutinaria, ahora se han convertido en verdaderos lujos imposibles de llevar a cabo hasta que esto no se solucione.
La educación no ha podido zafarse de la situación y centros escolares, profesorado y alumnado han tenido que reinventarse para poder seguir adelante con sus funciones, unos aprender y los otros enseñar. Gracias a una comunidad educativa ejemplar, nuestros chicos y chicas han podido seguir adelante con su aprendizaje. Gracias a lo “online” se han podido impartir clases, realizar debates, escuchar discursos, compartir apuntes… Las opciones online han venido y parece que ya no van a marcharse.
Lo que nos preguntamos ahora es, ¿las actividades o recursos online deben sustituir a los métodos presenciales?
Como en todas las cosas en esta vida, un exceso es malo y siempre va bien combinar y probar mezclas hasta encontrar el ajuste que nos haga dar con la tecla correcta, que haga “sonar la flauta” como se dice. Endesa Educa empezó con actividades educativas presenciales en sus espacios educativos en ciudades como Zaragoza, Palma de Mallorca y Barcelona. Con los años y, la experiencia que estos nos han ido aportando, vimos que para poder llevar nuestras actividades a más gente debíamos entrar en el mundo de lo digital. Por ello empezamos a generar actividades online que podían ser usadas por cualquier persona interesada en el mundo de la energía y que quisiera trabajar conceptos energéticos en aulas, centros educativos y/o casas particulares.
Con el tiempo y la experiencia acumulados hemos podido valorar el “éxito” de nuestros contenidos educativos tanto presenciales como online. La primera conclusión es clara, el trato humano y la presencialidad de los educadores es difícil de sustituir.
Estamos muy contentos de la oferta educativa online de la que disponemos. Consideramos que es de gran calidad, variada, fácil de implementar en el aula y muy completa. Hemos intentado llevar todos los temas de nuestras actividades presenciales a propuestas online para que todo el mundo pudiera disfrutar de nuestra bolsa de actividades, ya fuera gente que no puede desplazarse, que no pueden acceder a instalaciones, que los horarios no les van bien o que simplemente prefieren trabajar online.
Tenemos actividades online que nos permiten ver una central nuclear por dentro, ver cómo funciona y qué partes tiene un aerogenerador, conocer cómo es el fenómeno fotoeléctrico que permite a las placas solares generar electricidad a partir de los fotones, descubrir en qué consiste un uso racional de la energía… la variedad es infinita.
Lo único que diferencia nuestras actividades presenciales de las online es la presencia de personal educativo, que no es poca cosa. Nuestros educadores dan ese plus educativo (valga la redundancia) que hace que la actividad no solo se haga sino que se disfrute.
¿Qué queremos decir con todas esta reflexiones?
Las actividades online han llegado para quedarse y así debe ser pero no a costa de la pérdida de la oferta presencial. Puede ser que económicamente sean mucho más rentables a lo largo de los años e incluso algunas de ellas más espectaculares pero, la compresión de los conceptos por parte del alumnado es más auténtica cuando los materiales se pueden tocar, cuando una persona te puede explicar las cosas en vivo, cuando puedes interactuar a tiempo real con esa persona y cuando educador y alumno pueden compartir la experiencia.
Al final, el aprendizaje no es otra cosa que una experiencia educativa y las experiencias cuanto más reales mejor.
Para acabar con nuestras conclusiones voy a poner una experiencia personal que creo que ejemplifica muy bien de lo que hemos hablado en este post.
De pequeño, en casa siempre se habían visto muchos documentales de animales. Mi hermano es un gran fan de la fauna. Después de haber visto vacas y cerdos a centenares por la televisión, un día fuimos a una granja con el colegio. Nos dijeron que veríamos vacas, conejos, gallinas, cerdos… la verdad es que la motivación no era muy grande ya que esos animales ya los teníamos más que vistos por la tele. Madre mía que equivocado estaba. El impacto de ver esos animales en vivo y en directo fue brutal. El olor, las dimensiones, los colores, el tacto al acariciarlos… todos esos inputs son imposibles de apreciar en los documentales. Esos programas sobre la fauna son magníficos y algunos son la única opción de disfrutar de esos animales pero poder ver y tocar una vaca en directo no tiene precio educativo.
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