Durante la segunda mitad del siglo XIX se produjeron muchos avances en el campo de la electricidad. Nombres como el del estadounidense Benjamin Franklin, inventor del pararrayos, descubrió que el metal podía atraer los relámpagos y alejarlos de nosotros o el de Alessandro Volta, que en 1800 comenzó a hablar de la pila eléctrica al comprobar que se producía corriente eléctrica gracias a una reacción química. Pero tuvo que pasar mucho tiempo para que esta energía pudiera ser utilizada y comercializada por la primera empresa eléctrica. No fue hasta los años 1860-70 que Zénobe Gramme, basándose en conceptos conocidos, construyó la primera máquina de corriente continua, apto para uso industrial.
Una farmacia
Francesc Dalmau, que en 1852 iluminó, utilizando una pila eléctrica, su farmacia de Barcelona, años más tarde y con la ayuda de su hijo Tomás José importaron la primera dinamo que llegaba a Barcelona. Con la ayuda de Narcís Xifra, que había estudiado en la escuela de Ingenieros Industriales y conocía los últimos avances tecnológicos se empezaron los primeros ensayos para llevar la luz eléctrica a Barcelona.
En los alrededores del año 1880 en Barcelona se tiene noticia de que se iluminaban con electricidad algunas empresas particulares, gracias al espíritu innovador de sus propietarios.
Londres, Berlín, San Petersburgo, Chicago y Nueva York
Con el tiempo, Dalmau, vio que el taller le quedaba pequeño para sacar adelante todos los encargos que los nuevos entusiastas de la electricidad le hacían. Además, se tenían que poder adquirir los nuevos avances que se producían constantemente y por eso no paró hasta que convenció a comerciantes e industriales sobre el futuro de la nueva energía; de esta manera, en 1881, se creó en Barcelona la compañía SOCIEDAD ESPAÑOLA DE ELECTRICIDAD. Fue la primera del Estado, que despertó gran interés en la época, como lo demuestra el hecho de que la revista “La eléctrica” de París dijo que era la sexta empresa del mundo que iniciaba actividades para producir y vender electricidad, después de Londres, Berlín, San Petersburgo, Chicago y Nueva York.
Al cabo de dos años de su creación, la Sociedad disponía ya de dos centrales eléctricas, una en lo alto de la Rambla y otra en la calle del Cid.
Dalmau y Xifra, comenzaron a pensar en alumbrar con electricidad las calles de Barcelona, un proyecto que hacía tiempo que estudiaban, aunque topaban con una cierta resistencia de la gente que todavía encontraba misterioso aquel hilillo de luz que salía no sabían muy bien de dónde y preferían el gas, que era el sistema de iluminación habitual en el momento.
Las primeras farolas eléctricas
En el año 1881 realizaron una experiencia de alumbrado público con éxito en el puerto de Barcelona, colocando cinco lámparas eléctricas. Una vez conseguido este primer reto, se fueron haciendo varias iluminaciones de las calles centrales de Barcelona entrando en competencia con la iluminación a gas.
La Sociedad Española de Electricidad concentra sus esfuerzos en el área de Barcelona para poder ofrecer una mejor calidad de servicio. Para ello construyeron una central eléctrica en el lugar conocido como las Huertas de Sant Bertran, que sería la central térmica de Mata.
Actualmente podemos contemplar sólo las chimeneas, incluidas en el Catálogo de Patrimonio Histórico-Artístico de Barcelona en 1979.
Durante la segunda mitad del siglo XIX se produjeron muchos avances en el campo de la electricidad. Nombres como el del estadounidense Benjamin Franklin, inventor del pararrayos, descubrió que el metal podía atraer los relámpagos y alejarlos de nosotros o el de Alessandro Volta, que en 1800 comenzó a hablar de la pila eléctrica al comprobar que se producía corriente eléctrica gracias a una reacción química. Pero tuvo que pasar mucho tiempo para que esta energía pudiera ser utilizada y comercializada por la primera empresa eléctrica. No fue hasta los años 1860-70 que Zénobe Gramme, basándose en conceptos conocidos, construyó la primera máquina de corriente continua, apto para uso industrial.
Una farmacia
Francesc Dalmau, que en 1852 iluminó, utilizando una pila eléctrica, su farmacia de Barcelona, años más tarde y con la ayuda de su hijo Tomás José importaron la primera dinamo que llegaba a Barcelona. Con la ayuda de Narcís Xifra, que había estudiado en la escuela de Ingenieros Industriales y conocía los últimos avances tecnológicos se empezaron los primeros ensayos para llevar la luz eléctrica a Barcelona.
En los alrededores del año 1880 en Barcelona se tiene noticia de que se iluminaban con electricidad algunas empresas particulares, gracias al espíritu innovador de sus propietarios.
Londres, Berlín, San Petersburgo, Chicago y Nueva York
Con el tiempo, Dalmau, vio que el taller le quedaba pequeño para sacar adelante todos los encargos que los nuevos entusiastas de la electricidad le hacían. Además, se tenían que poder adquirir los nuevos avances que se producían constantemente y por eso no paró hasta que convenció a comerciantes e industriales sobre el futuro de la nueva energía; de esta manera, en 1881, se creó en Barcelona la compañía SOCIEDAD ESPAÑOLA DE ELECTRICIDAD. Fue la primera del Estado, que despertó gran interés en la época, como lo demuestra el hecho de que la revista “La eléctrica” de París dijo que era la sexta empresa del mundo que iniciaba actividades para producir y vender electricidad, después de Londres, Berlín, San Petersburgo, Chicago y Nueva York.
Al cabo de dos años de su creación, la Sociedad disponía ya de dos centrales eléctricas, una en lo alto de la Rambla y otra en la calle del Cid.
Dalmau y Xifra, comenzaron a pensar en alumbrar con electricidad las calles de Barcelona, un proyecto que hacía tiempo que estudiaban, aunque topaban con una cierta resistencia de la gente que todavía encontraba misterioso aquel hilillo de luz que salía no sabían muy bien de dónde y preferían el gas, que era el sistema de iluminación habitual en el momento.
Las primeras farolas eléctricas
En el año 1881 realizaron una experiencia de alumbrado público con éxito en el puerto de Barcelona, colocando cinco lámparas eléctricas. Una vez conseguido este primer reto, se fueron haciendo varias iluminaciones de las calles centrales de Barcelona entrando en competencia con la iluminación a gas.
La Sociedad Española de Electricidad concentra sus esfuerzos en el área de Barcelona para poder ofrecer una mejor calidad de servicio. Para ello construyeron una central eléctrica en el lugar conocido como las Huertas de Sant Bertran, que sería la central térmica de Mata.
Actualmente podemos contemplar sólo las chimeneas, incluidas en el Catálogo de Patrimonio Histórico-Artístico de Barcelona en 1979.
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