El pasado mes de septiembre el Gobierno anunció su intención de estudiar con expertos educativos la prohibición del uso de teléfonos móviles en las escuelas españolas. La adicción a la tecnología, sobre todo entre los adolescentes, y el debate que ello suscita entre la población ha llevado a la Ministra de Educación, Isabel Celaá, a plantearse tales medidas. Seguiríamos así el camino de Francia, que este curso 2018 – 2019 ha comenzado con la prohibición de cualquier aparato conectado (móvil, tablet…) hasta los 14-15 años.
Actualmente en España, no hay legislación al respecto. Cada centro educativo lo regula de manera independiente. Los reglamentos de los colegios parece que indican la prohibición salvo para actividades programadas, pero… ¿de forma taxativa? En los institutos está claro que no existe tal regulación. El Instituto Nacional de Tecnologías Educativas y Formación del Profesorado (INTEF), que depende del Ministerio de Educación, ha publicado el Marco Común de Competencia Digital Docente donde se ofrecen unas pautas y recomendaciones sobre el uso de las tecnologías en el aula. Pero son sólo eso: recomendaciones.
Según el INE, en 2014, en España, uno de cada tres niños de 10 años tiene móvil. En el caso de los de 13, el 78,4%, y entre los de 15, el 90%. Frente a estos datos, la polémica está servida. ¿Son cifras alarmantes? ¿Debemos preocuparnos? ¿Hay que regular el uso de los aparatos electrónicos en las aulas? ¿Qué uso están dando los jóvenes a estas tecnologías? ¿Es todo perjudicial o existe algo de luz en este debate?
Afrontar estas cuestiones es una ardua tarea. No es nada fácil dar una solución; sin embargo, sí que podemos analizar e investigar los acontecimientos del día a día que están llevando a nuestros jóvenes a tomar estos hábitos.
Jóvenes conectados
El uso de las redes sociales está a la orden del día entre nuestros escolares: más de una tercera parte de los jóvenes internautas españoles de entre 10 y 18 años administra un perfil en una red social y un 35% tiene más de uno. En España existe una regulación al respecto, especificada en el art. 13 del Real Decreto 1720/2007, de 21 de diciembre, por el que se aprueba el Reglamento de desarrollo de la Ley Orgánica 15/1999, de 13 de diciembre, de protección de datos de carácter personal, que establece la edad mínima de 14 años para el tratamiento de los datos personales. En el caso de los menores de 14 años se requiere el consentimiento de los padres o tutores.
A nivel mundial, según el estudio del Estado Mundial de la Infancia de UNICEF, publicado en 2017, con el título de Los niños en un mundo digital, el 71% de las personas de entre 15 y 24 años del mundo están en la red, frente al 48% del total de la población. La edad para conectarse a Internet parece estar bajando y hay países donde los jóvenes de 13 años ya tienen acceso.
En cuanto al uso del teléfono móvil, los expertos españoles también entran en debate. Más del 60% de los niños de 10 años con móvil, poseen un Smartphone, seguro que con varias redes sociales instaladas. Según el pediatra Venancio Martínez, Presidente de la Sociedad Española de Pediatría Extrahospitalaria y Atención Primaria, los menores no utilizan internet con un fin, como los adultos, sino que comienzan a usarlo por curiosidad, luego como un juego y, al final, muchos de ellos terminan sin poder vivir alejados de la red. Martínez es tajante: recomienda a los padres que no compren un móvil propio a los niños hasta cumplidos los 14 años, que no cedan a chantajes emocionales, que se esfuercen por conocer el mundo digital y establezcan unas normas de convivencia familiares.
El uso de la tecnología con un fin educativo es lo que pensamos idóneo para nuestros escolares. Cada vez más son los colegios, instituciones o asociaciones que apuestan por proyectos educativos donde se emplean aparatos tecnológicos, e incluso la realidad virtual. Es una grata manera de que los escolares desarrollen su conocimiento y aprendizaje porque la motivación es muy elevada. Nosotros mismos, en nuestras actividades de Endesa Educa, empleamos tablets, monitores, TV, aplicaciones de Internet, los recursos de nuestra página web… para ilustrar y enseñar a los alumnos sobre cuestiones de ciencia y electricidad.
Creemos que es importante porque ayuda a desarrollar una de las competencias clave incluidas en el currículo oficial: la competencia digital. Empleamos estos recursos digitales donde los alumnos tienen a su alcance toda la información necesaria y son ellos mismos los que pueden buscarla. Todo ello, aparte de motivarles, hace que adquieran destrezas en cuanto al uso de las tecnologías de la información y la comunicación ya que cada día están más uso. Contribuimos de esta manera al desarrollo también de las competencias básicas en ciencia y tecnología, fundamentales en nuestras actividades educativas.
La brecha digital
Siguiendo el informe citado anteriormente de UNICEF, la conectividad puede ser una herramienta para romper el ciclo de la pobreza de la infancia más marginada porque puede aportar oportunidades para la educación, aprendizaje y comunicación. Sin embargo, no hay que olvidar la brecha digital existente, tanto en aparatos como en conexiones, que puede ir en aumento. Esta diferencia tan importante en materia digital, impide a millones de niños beneficiarse de las ventajas de un mundo conectado, aproximadamente un 30% de la juventud mundial. Las diferencias por regiones son acusadas: en África la cifra asciende hasta el 60% frente al escaso 4% de Europa.
En España, el 51,2% de los centros escolares disponen de ordenadores de sobremesa, el 45,2% de portátiles y el 3,6% de tablets, según datos del Ministerio de Educación. Hay familias que no podrían afrontar su pago, por lo que se propone que las Administraciones den remanentes a los centros que quieran hacer proyectos, para los alumnos que no tengan y que se permita que cada alumno llevo a clase la tecnología que disponga para compartirla.
Conclusión
La idea parece clara: por una parte, es perfectamente razonable el uso de tecnologías en las aulas siempre y cuando sirvan para educar y, por otro, se tienen que minimizar los daños y riesgos posibles que los jóvenes se puedan encontrar en Internet.
¿Cuál es vuestra opción? Sin ninguna duda es un gran debate.
El pasado mes de septiembre el Gobierno anunció su intención de estudiar con expertos educativos la prohibición del uso de teléfonos móviles en las escuelas españolas. La adicción a la tecnología, sobre todo entre los adolescentes, y el debate que ello suscita entre la población ha llevado a la Ministra de Educación, Isabel Celaá, a plantearse tales medidas. Seguiríamos así el camino de Francia, que este curso 2018 – 2019 ha comenzado con la prohibición de cualquier aparato conectado (móvil, tablet…) hasta los 14-15 años.
Actualmente en España, no hay legislación al respecto. Cada centro educativo lo regula de manera independiente. Los reglamentos de los colegios parece que indican la prohibición salvo para actividades programadas, pero… ¿de forma taxativa? En los institutos está claro que no existe tal regulación. El Instituto Nacional de Tecnologías Educativas y Formación del Profesorado (INTEF), que depende del Ministerio de Educación, ha publicado el Marco Común de Competencia Digital Docente donde se ofrecen unas pautas y recomendaciones sobre el uso de las tecnologías en el aula. Pero son sólo eso: recomendaciones.
Según el INE, en 2014, en España, uno de cada tres niños de 10 años tiene móvil. En el caso de los de 13, el 78,4%, y entre los de 15, el 90%. Frente a estos datos, la polémica está servida. ¿Son cifras alarmantes? ¿Debemos preocuparnos? ¿Hay que regular el uso de los aparatos electrónicos en las aulas? ¿Qué uso están dando los jóvenes a estas tecnologías? ¿Es todo perjudicial o existe algo de luz en este debate?
Afrontar estas cuestiones es una ardua tarea. No es nada fácil dar una solución; sin embargo, sí que podemos analizar e investigar los acontecimientos del día a día que están llevando a nuestros jóvenes a tomar estos hábitos.
Jóvenes conectados
El uso de las redes sociales está a la orden del día entre nuestros escolares: más de una tercera parte de los jóvenes internautas españoles de entre 10 y 18 años administra un perfil en una red social y un 35% tiene más de uno. En España existe una regulación al respecto, especificada en el art. 13 del Real Decreto 1720/2007, de 21 de diciembre, por el que se aprueba el Reglamento de desarrollo de la Ley Orgánica 15/1999, de 13 de diciembre, de protección de datos de carácter personal, que establece la edad mínima de 14 años para el tratamiento de los datos personales. En el caso de los menores de 14 años se requiere el consentimiento de los padres o tutores.
A nivel mundial, según el estudio del Estado Mundial de la Infancia de UNICEF, publicado en 2017, con el título de Los niños en un mundo digital, el 71% de las personas de entre 15 y 24 años del mundo están en la red, frente al 48% del total de la población. La edad para conectarse a Internet parece estar bajando y hay países donde los jóvenes de 13 años ya tienen acceso.
En cuanto al uso del teléfono móvil, los expertos españoles también entran en debate. Más del 60% de los niños de 10 años con móvil, poseen un Smartphone, seguro que con varias redes sociales instaladas. Según el pediatra Venancio Martínez, Presidente de la Sociedad Española de Pediatría Extrahospitalaria y Atención Primaria, los menores no utilizan internet con un fin, como los adultos, sino que comienzan a usarlo por curiosidad, luego como un juego y, al final, muchos de ellos terminan sin poder vivir alejados de la red. Martínez es tajante: recomienda a los padres que no compren un móvil propio a los niños hasta cumplidos los 14 años, que no cedan a chantajes emocionales, que se esfuercen por conocer el mundo digital y establezcan unas normas de convivencia familiares.
El uso de la tecnología con un fin educativo es lo que pensamos idóneo para nuestros escolares. Cada vez más son los colegios, instituciones o asociaciones que apuestan por proyectos educativos donde se emplean aparatos tecnológicos, e incluso la realidad virtual. Es una grata manera de que los escolares desarrollen su conocimiento y aprendizaje porque la motivación es muy elevada. Nosotros mismos, en nuestras actividades de Endesa Educa, empleamos tablets, monitores, TV, aplicaciones de Internet, los recursos de nuestra página web… para ilustrar y enseñar a los alumnos sobre cuestiones de ciencia y electricidad.
Creemos que es importante porque ayuda a desarrollar una de las competencias clave incluidas en el currículo oficial: la competencia digital. Empleamos estos recursos digitales donde los alumnos tienen a su alcance toda la información necesaria y son ellos mismos los que pueden buscarla. Todo ello, aparte de motivarles, hace que adquieran destrezas en cuanto al uso de las tecnologías de la información y la comunicación ya que cada día están más uso. Contribuimos de esta manera al desarrollo también de las competencias básicas en ciencia y tecnología, fundamentales en nuestras actividades educativas.
La brecha digital
Siguiendo el informe citado anteriormente de UNICEF, la conectividad puede ser una herramienta para romper el ciclo de la pobreza de la infancia más marginada porque puede aportar oportunidades para la educación, aprendizaje y comunicación. Sin embargo, no hay que olvidar la brecha digital existente, tanto en aparatos como en conexiones, que puede ir en aumento. Esta diferencia tan importante en materia digital, impide a millones de niños beneficiarse de las ventajas de un mundo conectado, aproximadamente un 30% de la juventud mundial. Las diferencias por regiones son acusadas: en África la cifra asciende hasta el 60% frente al escaso 4% de Europa.
En España, el 51,2% de los centros escolares disponen de ordenadores de sobremesa, el 45,2% de portátiles y el 3,6% de tablets, según datos del Ministerio de Educación. Hay familias que no podrían afrontar su pago, por lo que se propone que las Administraciones den remanentes a los centros que quieran hacer proyectos, para los alumnos que no tengan y que se permita que cada alumno llevo a clase la tecnología que disponga para compartirla.
Conclusión
La idea parece clara: por una parte, es perfectamente razonable el uso de tecnologías en las aulas siempre y cuando sirvan para educar y, por otro, se tienen que minimizar los daños y riesgos posibles que los jóvenes se puedan encontrar en Internet.
¿Cuál es vuestra opción? Sin ninguna duda es un gran debate.
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